Postal para ‘Postales’

Miércoles, 18 de diciembre de 2019
Teatro Romea, Murcia

Hoy se cierra una de las etapas más emocionantes de mi vida. Hoy llegamos al final de esta aventura, de este juego, de este sueño. Al final de casi tres años llenos de amor, de miedos, de fuerza y de superación. Al final de una era: la era de los valientes. Porque hay que ser muy valiente para ser vulnerable, para mostrarle al mundo tu auténtico ser, para compartir tus emociones más íntimas de la manera en que nosotros lo hacemos en esta obra, que merecía ser despedida así, a lo grande, al igual que empezó, en aquella sala en la que cada uno de nosotros tuvimos el coraje de abrir nuestros corazones y exponer nuestros miedos más profundos ante unos compañeros que entonces apenas conocíamos, pero que se acabarían convirtiendo en cada uno de los miembros de una verdadera familia.

Estoy agradecida porque he crecido como persona y como artista. Llegué siendo una cría y ahora me siento otra cosa. He aprendido a serme fiel, con mis luces y mis sombras, y me he transformado en una mejor versión de mí misma. He derribado los muros que me separaban de mi esencia, de lo que soy, de lo que creo, de lo que puedo y quiero darle al mundo. Todo lo que digo y hago en escena es el reflejo de algo que he sido durante muchos años: un alma bella y poderosa empeñada en no mostrarse al mundo porque una sucesión de miedos, dudas e inseguridades absurdas se lo impedían. Así que esto no es un final para mí: es el momento en el que decido definitivamente dejar de esconderme.

Este viaje nos ha removido los corazones a todos, a los de arriba y a los de abajo, y nos ha hecho conocer el verdadero sentido del teatro, que no es más que un conjunto de «momentos presentes» en los que el ego individual y el «yo» se disuelven y solo existe el «nosotros», el equipo, la compañía. Todos a una, al servicio de ese potente y necesario mensaje que un día creamos. Estoy orgullosa de todo lo que hemos vivido, sentido, mostrado y conseguido; de la manera en la que hemos ofrecido a cada uno de nuestros espectadores un espejo en el que verse reflejados, con la esperanza de que, con nuestras palabras, podamos impulsarles hacia ser personas más felices, más valientes, más vulnerables, más empáticas, con menos miedo y con más amor.

A partir de ahora, pensemos menos con la cabeza y más con el corazón. Sigamos siendo valientes. Sigamos restando miedos y sumando amor. Sigamos utilizando el teatro como esa gran arma social que es. Porque, queridos actores, queridas personas, el poder de cambiar el mundo está en todos nosotros. Solo tenemos que decidir cómo lo haremos.

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