La nostalgia no puede evitar el cambio.
Influidos por todo, retenidos por nada.
A la vez tan largo y tan corto el paso de un año…
No puede eludirse esa llamada.
Cómo lo que era importante va perdiendo prioridad.
Presos de los segundos que nos arrastran.
Ahora ya no es ahora, sino antes.
El mañana llegará,
el después se acercará.
Los momentos cambian, suspiran, huyen.
Sólo la memoria conoce nuestro secreto,
y sólo el recuerdo nos ayuda a deducir
que no estuvimos muertos.
El pasado cambió, suspiró, huyó.
Nada es igual ahora,
todo es nuevo a cada instante.
No desees que nada llegue,
no desees que nada pase.
El futuro cambiará, suspirará y acabará huyendo también.
Pero no intentes buscar un porqué.
Porque mientras tanto,
mientras lees esto,
mientras yo lo escribo,
mientras existe el pensamiento,
los relojes avanzan y los segundos sucumben a la furia del tiempo.
Tiempo.
Impasible, imparable, insaciable.
El tiempo y tú.
Tú contra el tiempo.
Y él siempre acaba ganando la batalla.
